Nosotros muy bien aunque mañana ya volvemos para Barcelona... sniff sniff
Después de Polonia volamos a Suecia. Llegamos a Malmö sobre las 17:00 de la tarde y fuimos en bus al centro.
(estación de tren de Malmö)
Malmö es una ciudad moderna, dinámica, abierta. Es más barata que la capital, Estocolmo y se nota que hay calidad de vida. Utilizan mucho la bici y se preocupan mucho de no contaminar y de ser sostenibles. No es demasiado turística.
(aparcamientos de bicis en dos niveles)
Eso sí, hace un frío que pela y no hay casi gente por la calle. Todo el mundo está o en sus casas o metidos en cafeterías o tiendas súper "cool". Los suecos de verdad son los dioses del diseño y el buen gusto. Hay tiendas de decoración por todas partes.
Las calles del centro son perfectas para pasear. A pesar de ser moderna, las fachadas de muchas calles y el pavimento se mantiene tradicional.
Hay rincones donde los artistas suecos exponen sus trabajos.
La plaza Stotorget
El ayuntamiento (de 1546) con fachada de mármol de colores.
En Malmö hemos visitado dos museos que os recomendamos fervientemente, sobretodo si os gusta el arte moderno.
El primero es el Malmö Museer. La entrada cuesta como 4 euros y 2 si eres estudiante. Para llegar tenéis que ir hasta el castillo de Malmöhus, que aunque a primeras no lo parezca, en realidad fue un castillo y una fortaleza en el siglo XV.
El museo es grandísimo, con varias plantas de diferentes temáticas, exposiciones temporales muy interesantes y hasta un acuario!
El mismo castillo alberga la mayoría de museos de la ciudad, con lo que vale la pena dedicarle medio día eligiendo los que más os interesen.
Luego fuimos paseando por el parque Slottsparken, un sitio tranquilo y romántico por el que pasear:
El segundo museo al que fuimos es el Malmö Konsthall que es mucho más experimental y contemporáneo y también nos ha encantado. Se utilizan muchos recursos de luces, vídeo y multimedia en sus exposiciones. Además no hay excusa: es gratis.
En Malmö amanece tarde (sobre las 8:30) y anochece pronto (sobre las 15:30) además de que las tiendas sobre las 18:00 ya están cerradas, así que lo mejor es aprovechar las horas de sol... y por la tarde, meterse en un cine, en una cafetería o ir a una sauna. Aquí hay una muy famosa que se llama Ribersborgs y que está en un muelle encima del mar. Mucha gente pasa de el calorcito del interior a darse un chapuzón (bien helado) en el agua salada. No lo hemos probado, pero tiene que ser toda una experiencia. Eso sí, una sauna del hotel (que aquí tienen todos) sí que nos la hemos pegado.
Al día siguiente cruzamos a Dinamarca. Hay un puente impresionante llamado Öresund, que se inauguró en el 2000 que une las dos regiones. El puente cruza el mar a lo largo de más de 7 kilómetros sobre el mar Báltico. Hemos ido en tren y hemos tardado unos 15 minutos en cambiar de país. Hay mucha frecuencia de transportes y es un recorrido que mucha gente hace a diario.
Copenhague es una ciudad parecida a Malmö (muy nórdica), es también moderna, activa, sostenible y con un gran gusto por el diseño. También es cara (más que Malmö) y su gente, aunque reservada, es agradable, educada y respetuosa. Por este parecido hemos decidido escribir esta entrada conjunta (y porque las visitas a ambas han sido rápidas).
Primero de todo nos hemos llegado hasta la famosa escultura de la Sirenita, emblema de Copenhague e incluso Dinamarca.
Esta estatua de bronce (de la cual nosotros tenemos una muy parecida en Sitges jeje) se encuentra en el parque Langelinie y en 2013 cumplió 100 años. Al final y al cabo no tiene mucha más gracia que decir "he visto la dichosa sirena" porque no tiene mucho más aliciente.
Para llegar se puede ir caminando desde el centro o coger un tren y bajarse en la parada Osterport y caminar unos 10 minutos dirección mar. Desde allí se puede entrar en el parque de Kastellet (ciutadella) y ver la fortificación de Copenhague, una de las mejor conservadas de toda Europa.
Puerta del rey
Los pájaros caminan por el lago helado
Nos acercamos también a la famosa zona puertaria de Nyhavn con sus casas de colores (como les gustan a todos los países nórdicos (y en Polacos) las casitas de colores. Toda la zona comprende un paseo marítimo,el canal y una zona de ocio repleta de restaurantes.
La gracia de Copenhague es callejear en sus cuidadas calles y avenidas, conocer un poco su historia, visitar algún museo, entrar en sus variopintas tiendas de diseño y disfrutar de un buen chailatte caliente en alguna de sus cafeterías chic junto a una deliciosa pasta o pan casero. La verdad es que nos gusta mucho la cultura nórdica de ir un poco más allá, preocuparse de ser sostenibles, contaminar lo mínimo, comer sano y productos orgánicos, la educación, etc...
Frederiks Kirke (Iglesia de mármol)
El ayuntamiento de Copenhague
Plaza Radhuspladsen, doncde está el Ayuntamiento
El salón de las bodas, dentro del Ayuntamiento
En Dinamarca empiezan las rebajas a partir del 26 de diciembre
En Copenhague, como en Amsterdam, la bicicleta es el transporte más popular y se pueden ver miles aparcadas a la puerta de edificios, oificinas de trabajo, estaciones de transporte, etc... Algunas incluso sin candar. La sociedad danesa es confiada. Eso se puede ver en las tiendas en las que no te están controlando o vigilando que no robes nada (cosa que incomoda tanto) o en los accesos a los transportes, que la gente honestamente paga.
Copenhague es caro (eso es lo malo) y la comida es uno de los handicaps por los que tiene que pasar todo viajero. ¿Dónde comer? Siempre se puede comer de supermercado en el que se pueden coger bocadillos (ricos, por cierto), ensaladas, fruta, incluso platos preparados para llevar. En cualquier estación también se puede encontrar comida así. Ir a restaurante es otra historia y tranquilamente por poco que comas la cuenta ya se va a los 20 euros. Luego te puedes encontrar sospechosos menú bufet por 6 euros. Luego claro, comer se come, pero la calidad es MUY dudosa y nada recomendable.
Hemos ido también a subir a la Torre Redonda (Rundetarn) que está en el centro de la ciudad, en la zona comercial. Es una torre del siglo XVI que cuesta unos 3 euros subir. Se sube caminando por una cuesta de caracol (helicoidal) por dentro la torre y se llega a la azotea a 35 metros de altura. La verdad es que las vistas no tienen mucho de especial, pero nos gusta cambiar la perspectiva con la que vemos la ciudad.
La torre data de 1642.
Por la tarde hemos ido al parque Tivoli, que está al lado de la estación de tren. Es un recinto que comprende unos jardines y una zona de atracciones. Vendría a ser como el parque Tibidabo de Barcelona, pero siendo éste el más antiguo y el predilecto de los daneses. Hemos tenido la suerte de visitarlo el último día en que estaba la decoración navideña y que ha puesto el colofón final a este gran viaje. La entrada cuesta unos 12 euros y no te incluye nada más. Luego las atracciones las tienes que pagar individualmente o en bonos de varias. Hay tiendas de souvenirs, de objetos de decoración, de ropa, de comida y una gran zona también de juegos recreativos de habilidad. En resumen es un sitio en el que pasear y en el que principalmente los niños se lo pasarán en grande aunque el bolsillo no tanto.
La última foto de esta entrada marca el final del viaje y es la vista desde el avión de vuelta minutos después de despegar en la que se puede divisar el puente de Oresund, por el que cruzamos de de Suecia a Dinamarca y que, como podéis ver, en el extremo derecho parece que se acaba, pero en realidad es que el último tramo lo hace en un túnel que pasa por debajo del mar.
Y hasta aquí nuestro viaje navideño por 3 países europeos, dos de los cuales no habíamos estado aún. Ha sido un viaje divertido e intenso, en el que no hemos parado y en el que hemos descubierto un poco más de la cultura polaca y de la nórdica y de lo diferente que son ambas. Nos quedamos con lo mejor de cada una y con los buenos momentos vividos a lo largo del viaje (gracias a Alberto, nuestro compi de viajes incondicional).
Mike y Charls
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